No se si llegue a tiempo. El mensaje es torpe y subjetivo. El dolor es inmenso, pero nunca habrá silencios. Porque lo profundo de tu sentimiento, de tu canto y de tu encanto, fue la gloriosa interpretación de los más grandes poetas Latinoamericanos, de la comprensión del hombre y su dolor. Del trabajador y su lucha contra la opresión. Y nadie puedo callar esa voz.
Un canto revolucionario enancado en el potro indómito de las raíces de nuestro pueblo. De tu pueblo.
Fue, es y será lucha, desarraigo, izquierda militante. Fue, es y será, la más auténtica representante de esa lucha por la libertad, por el hombre, por su dignidad, por su valor, con un conducto emocional de extraordinarias dimensiones: Tu canto nos conduce a la conciencia.
Porque en esa voz majestuosa pusiste tu alma, sino hubiera imposible hacer lo que hiciste.
Así fuimos cambiando. Yo fui cambiando. Reconociendo. Comprendiendo. El hombre inteligente cambia, se contradice, busca, hurga, se desangra.
En el gran fogón de la libertad americana, estarán Atahualpa y Cafrune, Zitarroza, Víctor Jara, Violeta Parra, y desde abajo aplaudirán Chico Buarque, Milton, Drexler, Ross, nuestra Teresa, Liliana Herrero, Larralde y muchos más de nuestros magníficos cantantes e interpretes latinoamericanos.
Yo mañana, como todas las mañanas, sin rumbo y sin laburo, sin periodismo para decir, subiré al auto para escuchar: “dale, decime, contame todo lo que te está pasando ahora, porque si no cuando está el alma sola llora”. Y seguiré mi rumbo sin rumbo. Pero te llevo a mi lado, en mi viaje a ningún lado.
Te espera Ernesto “Negra”, para abrazarte y para decirte: “Hasta la victoria siempre”.