A los “tres machos Cantoni”, tal era como lo identificaban sus seguidores, los acompañaban jóvenes decididos y convencidos del liderazgo que encarnaban en el proyecto de Reforma Social, fundamental para el logro de bienestar y progreso de las clases más necesitadas de la Provincia.
El tiempo, junto a la mezquindad de ciertos dirigentes, ha querido personalizar las obras del cantonismo en la figura del hermano mayor Federico, sin embargo es de nobleza reconocer que fueron los tres, aunque respetuosos del mayorazgo, quienes representaron y ejercieron la conducción del movimiento popular surgido en las primeras décadas del siglo XX.
No se podría analizar ninguno de los tres gobiernos de los Cantoni por separado (Federico de 1923 a 1925, Aldo de 1926 a 1929, Federico de 1930 a 1934), sino como etapas de un mismo proyecto colectivo, el cual se debe considerar en el contexto histórico de aquellos años tumultuosos cuando la Provincia requería políticas reformistas, de pensamiento claro y ejecutividad efectiva, cuya peligrosidad para los gobiernos nacionales de entonces se manifestaba en las constantes intervenciones federales que interrumpían las etapas democráticas. Sin embargo una y otra vez, la respuesta de las urnas favorecía mayoritariamente a la Unión Cívica Radical Bloquista, liderada por los hermanos. “Cantoni en el corazón del Pueblo” rezaba una de las consignas de aquellos años en San Juan.
Gobiernos con gran protagonismo del Estado; fuertes políticas educativas, de salud y de vivienda; auténtica redistribución del ingreso; grandes obras públicas , como la Azucarera de Cuyo, que buscaba diversificar la economía local mediante la explotación de la remolacha azucarera; la Colonia Fiscal de Sarmiento, con la colonización de tierras fiscales; el camino a Calingasta, con su prolongación proyectada a la ruta internacional a Chile; el Estadio del Parque de Mayo, para el sano desarrollo de la práctica del deporte; el Hospital Rawson, entre muchas otras obras, se concretaron en los escasos seis años de gobiernos interrumpidos durante las etapas más revolucionarias que vivió la Provincia durante el siglo pasado.
La Constitución de 1927, de vanguardia en aquellos años, constituyó el indispensable sostenimiento de la organización y protección social a la cual se aspiraba. Entre los derechos otorgados podemos destacar el voto femenino, la jornada máxima de trabajo con relación a las exigencias de una vida higiénica y el estado de desarrollo industrial y agrícola ganadero, el salario mínimo, la pensión a la invalidez, a la vejez, el amparo a la maternidad, la viudez y la niñez desvalida, el hogar de familia inembargable, el Lote Hogar, la reglamentación de los sindicatos, el encauzamiento normal de las relaciones entre el capital y el trabajo, en fin un ejemplo de Carta Magna, comparable a las más avanzadas del planeta.
Hoy resultaría útil reconocer la obra de aquellos hombres que aspiraban a la superación de la población mediante la constitución de una sociedad organizada, más justa y solidaria, para seguridad y felicidad de todos sus integrantes.
Cuando se observan las acciones de los actuales dirigentes de esa reciclada fuerza política, no deja de producir cierta tristeza al notar la pérdida del rumbo marcado por los verdaderos fundadores, lo cual hace pensar en el efímero futuro que aguarda al casi centenario Partido surgido en los inicios de la centuria pasada.
Los mismos debieran retornar a los orígenes, lo cual significa recuperar la filosofía progresista, popular y federal, de intenso papel protagónico que conquistó el derecho de inscribirse en las páginas de la historia de los sanjuaninos