Cuentan que en tierras cordilleranas, en un lugar oculto, hace mucho tiempo, viva una familia de ciclopes de apellido Gioja, entre tantos descendientes, uno de ellos se distinguió del resto de los otros gigantes, por su habilidad, de mentir sistemáticamente, manguear de manera desesperada y de hacer daño a cuanta persona se le ocurriera. La vida y una manada de pobres engañados, le posibilitaron ser gobernador de la tribu y no tuvo mejor idea, que seleccionar a sus colaboradores, con la misma característica de los ciclopes, osea con un solo ojo. Así gobernó, por largos años, hasta que se dio cuenta, que en el seno de sus colaboradores más íntimos, reinaba la idea de reemplazarlo, después de haber mandado por tanto tiempo. Y con esa premisa de amenaza, urgió el más malévolo de sus planes, convocando a todos sus alcahuetes a una cena, para luego emborracharlos y una vez beodos, pincharles el solo ojo con una varilla afilada, con el cruel fin de dejarlos a todos ciegos, ya que uno de sus asesores, llamado Walter Panza Falso Buda, le había convencido en la idea, que en el país de los ciegos, el tuerto era rey, y que de ese modo, el viejo ciclope, gobernaría in eternun sin ningún tipo de competencia, para así satisfacer sus deseos, los más sublimes y los más perversos. Y es así que este gigantón encorvado, mantiene su poderío por esos lares, pero deberá tener cuidado, porque todo ciclope, tiene su Odiseo. Esta historia continuará.